Bienvenida a la era de la pérdida de la inocencia cariño, nadie desayuna con diamantes y nadie vive romances inolvidables.

Realidades.

Simplemente las cosas a veces no son como uno espera que sean.
Esperamos que con el tiempo cambien, que pasen a tiempos mejores y que el "quiero estar solo" se difumine.
Esperamos que se enamoren como nosotras, y lo damos todo para que eso ocurra.
Vemos en un "no" un posible , y en un , lo que la misma palabra indica.
La cuestión siempre es vivir el momento y no pensar en un después.
Pero te ciegas en esos momentos, estás tan concentrada en vivir el presente, que te olvidas del pasado y del futuro.
Lo mal que lo has pasado, y lo que te queda por pasar aún.
Nunca es bueno obsesionarse con nada, ni tampoco pasar por completo. Pero el punto intermedio es algo complicado de alcanzar.
Cada roce, cada toque, cada movimiento por pequeño que sea, y cada beso, aunque sea en la mejilla, es algo difícil de explicar.
Es tocar el cielo con los dedos, o creer que puedes hacerlo.
La cosa está cuando despiertas, y vuelves a una realidad, la verdadera.
No hay nada, nunca lo ha habido y nunca lo habrá.
Y esa es la cruda verdad del enamorado. Que por mucho que de, por mucho que entregue y aunque sea lo mejor que pueda ser, lo que todos quieren y piden como ideal de pareja perfecta, nunca es suficiente.
Siempre estará la típica capulla de la que se enamore el chico que tú quieres.
y la típica pregunta que hacerse de: ...Y después de todo, ¿yo qué soy? o, ¿Por qué yo no?


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