Bienvenida a la era de la pérdida de la inocencia cariño, nadie desayuna con diamantes y nadie vive romances inolvidables.

The victim.

A veces hacemos daño a quienes más queremos. Sencillamente se escapa de nuestro alcance el poder elegir hacerlo o no.
Intentamos ser prudentes, medir nuestras palabras, pensar antes de cometer ningún acto, pero no es suficiente. No para quien se encuentra al otro lado, no para quien observa cada paso esperando a que algún día lo demos del mismo lado, juntos.
No es fácil sentir que cada gesto hiere a esa persona, ni es fácil reparar ese daño.
No es fácil mirarle y pronunciar un no.
Lo mejor de todo es que mientras sientes que cada vez formas un hueco más grande en esa persona, es todo lo contrario.

Que quién se hunde eres tú, cargando las culpas a las que nunca contribuíste.
Porque decir lo que piensas y sientes puede herir, pero está justificado.
Y mientras las horas pasan y le das mil vueltas a este rompecabezas, él o ella está viviendo su vida, olvidando cada uno de los detalles habidos, y buscando a otra persona que le diga lo que quiere oír.

Y ya es hora de sentir menos por otros y más por nosotros, porque un día te das cuenta de que la vida que se está perdiendo es la tuya, que el camino hay que hacerlo solo, porque la gente viene y cuando no interesas se va de la misma manera.

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